La Conversión de San Pablo, Apóstol de las Naciones

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Cada 25 de enero, la Iglesia celebra uno de los momentos más impactantes y trascendentales de la historia cristiana: la Conversión de San Pablo, el perseguidor que se convirtió en apóstol incansable de Cristo.

San Pablo, antes conocido como Saulo de Tarso, fue un fariseo fervoroso y defensor de la Ley judía, quien perseguía con dureza a los primeros cristianos. Sin embargo, en el camino a Damasco, mientras iba en busca de seguidores de Cristo para llevarlos presos, tuvo un encuentro transformador con el Señor Resucitado.

El encuentro con Cristo

Según los Hechos de los Apóstoles (Hch 9, 1-22), una luz del cielo lo envolvió y cayó al suelo. Allí escuchó una voz que le decía:

"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"

Él respondió:

"¿Quién eres, Señor?"

Y Jesús le contestó:

"Yo soy Jesús, a quien tú persigues" (Hch 9, 4-5).

A partir de ese momento, Saulo quedó ciego y tuvo que ser llevado de la mano hasta Damasco, donde, gracias a la intervención de Ananías, recuperó la vista, fue bautizado y lleno del Espíritu Santo. Este encuentro no solo cambió su vida, sino también el curso de la Iglesia. Saulo pasó de ser un perseguidor a ser uno de los mayores predicadores del Evangelio, adoptando el nombre de Pablo.

Lecciones de la Conversión de San Pablo

La conversión de San Pablo nos recuerda que nadie está fuera del alcance de la gracia de Dios. No importa cuán alejados estemos de Él, Cristo siempre está dispuesto a transformarnos si abrimos nuestro corazón a Su amor. Además, San Pablo nos enseña la importancia de la misión evangelizadora: desde el momento de su conversión, dedicó su vida a proclamar la Buena Nueva, llevando el mensaje de salvación a judíos y gentiles.

La fuerza del testimonio

San Pablo es un ejemplo de cómo Dios puede transformar nuestras debilidades y errores en herramientas para Su gloria. Sus cartas, que forman gran parte del Nuevo Testamento, son fuente inagotable de sabiduría, fe y amor por Cristo.

En este día, te invitamos a reflexionar sobre tu propia vida y preguntarte:

¿Qué necesito dejar atrás para seguir más plenamente a Cristo?

¿Cómo puedo ser un instrumento del amor y la misericordia de Dios para los demás?

Que la figura de San Pablo nos inspire a buscar siempre al Señor, a pesar de nuestras caídas, y a responder con generosidad al llamado que Él tiene para cada uno de nosotros.

Oración

Señor Jesús,

así como transformaste la vida de San Pablo,

conviértenos a Ti cada día.

Danos la gracia de reconocerte en nuestra vida

y la valentía para proclamar Tu Evangelio con amor y fidelidad.

Amén.