San Marcelino Champagnat: Educador de corazones y fundador de los Hermanos Maristas

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Nacido el 20 de mayo de 1789 en Marlhes, un pequeño pueblo montañoso de la región de Loira, Marcelino creció en una familia cristiana sencilla. Su infancia estuvo marcada por la Revolución Francesa, una época difícil para la fe y la Iglesia. A pesar de las limitaciones en su formación inicial, mostró desde joven un carácter firme, generoso y decidido.

A los 16 años ingresó al seminario menor de Verrières, y luego al mayor de Lyon, donde conoció a otros jóvenes que, como él, sentían el llamado al sacerdocio. Fue ordenado sacerdote el 22 de julio de 1816. Un día después, junto a otros seminaristas, subió a la Basílica de Notre-Dame de Fourvière para consagrarse a la Virgen María y prometerle fundar una congregación en su honor.

Movido por el dolor que le causó ver a un joven morir sin conocer a Dios, Marcelino comprendió la urgente necesidad de formar educadores cristianos. Así, en 1817, apenas unos meses después de su ordenación, fundó en La Valla su primera comunidad de Hermanos Maristas, cuyo lema sería: “Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús”.

San Marcelino comprendió que educar no era solo enseñar a leer y escribir, sino formar el corazón, transmitir valores evangélicos y acompañar con ternura, al estilo de María. Enseñaba con paciencia, servía con humildad y amaba sin medida, especialmente a los niños más pobres y abandonados. Su visión profética lo llevó a extender su obra por toda Francia, sentando las bases para una misión que hoy alcanza los cinco continentes.

Falleció el 6 de junio de 1840 en Notre-Dame de l’Hermitage, dejando una comunidad floreciente y un legado de amor, sencillez y dedicación. Fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II el 18 de abril de 1999, reconociendo su santidad y su contribución a la educación cristiana.

En este día, miles de comunidades maristas, colegios y familias recuerdan con gratitud a San Marcelino Champagnat, patrón de los educadores maristas, e invocan su intercesión para seguir formando jóvenes fuertes en fe, alegres en el servicio y comprometidos con un mundo más fraterno.