La histórica visita del Papa San Juan Pablo II al Cristo Negro de Esquipulas

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El 6 de febrero de 1996, Esquipulas, Guatemala, vivió uno de los momentos más inolvidables de su historia: la visita del Papa San Juan Pablo II. Aquel día, la fe de millones de católicos de toda Centroamérica encontró en el encuentro del Santo Padre con el venerado Cristo Negro de Esquipulas un profundo mensaje de unidad, paz y esperanza para los pueblos de la región.

Fue una jornada marcada por la emoción, la oración y la bendición que dejó huella en los corazones de todos los presentes. Este hecho no solo elevó la devoción hacia el Cristo Negro, sino que consolidó a Esquipulas como el corazón espiritual de Centroamérica.

La llegada del "Peregrino de la paz"

La visita de San Juan Pablo II a Esquipulas se realizó como parte de su segundo viaje pastoral a Guatemala, enmarcado en su incansable misión de llevar un mensaje de reconciliación y esperanza a los pueblos del mundo. En aquel tiempo, Centroamérica enfrentaba todavía los desafíos derivados de conflictos sociales y políticos, lo que hacía especialmente significativa su visita a un lugar conocido como un símbolo de unidad espiritual para la región.

A su llegada a Esquipulas, San Juan Pablo II se encontró con una multitud de más de 300,000 fieles que habían llegado de distintas partes de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y México. Peregrinos de toda Centroamérica, unidos por su amor al Santo Padre y su devoción al Cristo Negro, se congregaron frente a la Basílica del Cristo de Esquipulas, convirtiendo el lugar en un mar de esperanza y fe.

El encuentro con el Cristo Negro

Uno de los momentos más emblemáticos de aquella visita fue cuando el Papa San Juan Pablo II pudo contemplar de cerca la sagrada imagen del Cristo Negro de Esquipulas, que fue colocada en un lugar destacado frente a la Basílica para la ocasión.

El Papa expresó su profundo respeto y admiración por esta venerada imagen, a la que llamó un "símbolo de fraternidad y esperanza para los pueblos de Centroamérica". A lo largo de la misa que presidió, el Santo Padre destacó cómo el Cristo Negro ha unido durante siglos a los fieles de la región, invitándolos a renovar su fe en Cristo y a trabajar juntos por la paz y la justicia.

En su homilía, el Papa declaró:

"El Cristo de Esquipulas, con su rostro lleno de compasión y sus brazos abiertos en la Cruz, recuerda a todos los hombres y mujeres que Dios los ama sin distinción alguna. En esta imagen vemos al Cristo que camina con su pueblo, que toma sobre sí las heridas de la humanidad y las transforma en redención."


La Eucaristía: Un llamado a la paz y la reconciliación

En la Santa Misa celebrada por el Santo Padre, se escuchó un llamado claro y profundo a la paz y la reconciliación. San Juan Pablo II habló directamente al corazón de los pueblos de Centroamérica, recordándoles que el amor de Cristo, simbolizado en el Cristo Negro de Esquipulas, debe ser la base para superar divisiones y construir un futuro donde prevalezca el bien común.

"Que este lugar, santificado por la fe de millones de peregrinos, sea siempre un espacio de encuentro y reconciliación. Que aquí los corazones de los hombres encuentren el consuelo de Dios y el compromiso por un mundo más fraterno y justo."

Sus palabras resonaron con fuerza entre los asistentes, marcando un punto de inflexión en el espíritu de fe de la región.


Un legado imborrable

La visita de San Juan Pablo II dejó una profunda huella en Esquipulas y en los fieles devotos del Cristo Negro. El encuentro entre el Santo Padre y esta venerada imagen fue visto como una señal de especial bendición para los pueblos de Centroamérica, que encontraron en este acontecimiento un motivo para renovar su esperanza en Cristo y trabajar juntos por la unidad y la paz.

A partir de ese momento, el Cristo Negro de Esquipulas se consolidó aún más como un símbolo vivo de la fe católica en la región. La Basílica se convirtió en un lugar de peregrinación internacional, no solo para los fieles locales, sino también para aquellos que buscan la intercesión de este Cristo misericordioso y cercano.

Recuerdos imborrables: Testimonios de los fieles

Los peregrinos que tuvieron la oportunidad de estar presentes en aquel histórico día recuerdan la experiencia con gran emoción. Uno de ellos, doña María Hernández, compartió:

"Sentir la presencia del Papa y ver al Cristo Negro tan cerca fue un regalo de Dios. Nunca olvidaré cuando el Papa nos pidió vivir como hermanos, y que el Cristo Negro nos enseñara a perdonar y a amar como Él nos ama."

Una invitación permanente

A más de 25 años de aquel memorable encuentro, la memoria de la visita de San Juan Pablo II sigue viva en Esquipulas y en el corazón de los devotos del Cristo Negro. Hoy, el llamado del Papa a la paz, la unidad y el amor sigue siendo tan actual como en aquella ocasión.

Cada peregrino que acude a los pies del Cristo Negro puede revivir aquel día especial al recordar que, como dijo San Juan Pablo II:

"El Cristo de Esquipulas nos muestra que no hay sombra tan oscura que el amor de Dios no pueda iluminar."


@apostoladohechos

Juan Pablo II y el Cristo Negro de Esquipulas. El 6 de febrero de 1996, Esquipulas, Guatemala, vivió uno de los momentos más inolvidables de su historia: la visita del Papa San Juan Pablo II.

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