Delegación guatemalteca llega a Roma para ser parte de la Semana de la Juventud

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Con el corazón palpitante de fe y esperanza, nos acercamos a la primera Puerta Santa de la Basílica de San Juan de Letrán, madre y cabeza de todas las iglesias del mundo. Unidos como hijos de una misma Iglesia y representantes de la juventud guatemalteca, cruzamos el umbral sagrado, signo de conversión, misericordia y renovación.

Resuena en nuestras almas la súplica del canto:

"Llévame donde los hombres necesiten tu esperanza..."

Es el eco del Evangelio que nos llama a ser luz en medio de las tinieblas, testigos de Cristo en los rincones olvidados, sembradores de esperanza donde habita el dolor. En este Año Santo, rogamos al Señor que nuestra juventud sea audaz, alegre y fiel al Evangelio, para llevar Su amor a todos los que anhelan consuelo y verdad.

La Ciudad Eterna, Roma se prepara con fervor para acoger a cientos de miles de jóvenes del mundo entero en el Jubileo de la Juventud 2025, que se celebrará del 28 de julio al 3 de agosto, como parte del Año Santo convocado por el Papa Francisco. Este evento no solo marcará un momento especial de gracia, sino que busca ser un signo visible de unidad y esperanza para las nuevas generaciones, muchas de las cuales provienen de naciones azotadas por el conflicto y la división.

Medio millón de peregrinos: Roma abre sus puertas

Desde la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Mons. Rino Fisichella, junto al ministro Alfredo Mantovano y el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, presentaron los detalles del encuentro, que se espera reúna a más de 500,000 jóvenes de 146 países.

Para acoger esta multitud, 270 parroquias, 400 escuelas y numerosos centros en Roma abrirán sus puertas, ofreciendo alojamiento y acogida con el espíritu evangélico de hospitalidad y comunión.

Más que un encuentro multitudinario, el Jubileo de la Juventud 2025 busca ser un testimonio viviente de la fraternidad cristiana. En medio de un mundo herido por el individualismo, la violencia y el miedo al futuro, esta cita será un grito de esperanza, especialmente para los jóvenes que llegan desde países en guerra o en situaciones difíciles.

La Iglesia les ofrece una palabra de consuelo y una experiencia concreta de comunidad: "No están solos. Cristo los ama. Y su Iglesia camina con ustedes"

¡Acompañémoslos con la oración y el corazón!.