4 de agosto – San Juan María Vianney

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El 4 de agosto, la Iglesia celebra con alegría y profunda veneración la memoria de San Juan María Vianney, también conocido como el Santo Cura de Ars. Nacido el 8 de mayo de 1786 en Dardilly, cerca de Lyon, Francia, y fallecido el 4 de agosto de 1859, su vida fue un ejemplo admirable de humildad, penitencia y entrega absoluta al ministerio sacerdotal.

Desde joven, Juan María mostró una gran devoción y deseo de servir a Dios, aunque su camino hacia el sacerdocio no fue sencillo. Tuvo serias dificultades en sus estudios, especialmente con el latín, y solo fue ordenado gracias a la perseverancia de sus superiores, que reconocieron en él una santidad evidente. Una vez ordenado sacerdote, fue enviado a un pequeño y casi olvidado pueblo: Ars-sur-Formans. Allí pasaría el resto de su vida.

Al llegar a Ars, encontró una comunidad espiritualmente dormida. La práctica religiosa estaba casi extinguida, y muchos habitantes vivían alejados de los sacramentos. Sin embargo, con paciencia, oración, ayuno y un amor ardiente por las almas, el cura Vianney transformó completamente la vida de su parroquia. Su fama de confesor y director espiritual comenzó a atraer a multitudes de todas partes de Francia y Europa. Se dice que pasaba hasta 16 horas al día en el confesionario, guiando a los penitentes con una dulzura que reflejaba la misericordia de Cristo.

San Juan María Vianney vivía con una austeridad extrema: comía poco, dormía en una cama de madera, y ofrecía continuamente sacrificios por la conversión de los pecadores. Su amor por la Eucaristía y la Virgen María era profundo y constante. “El sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús”, solía decir, resumiendo así su comprensión del papel del sacerdote como instrumento del amor redentor de Dios.

Fue canonizado por el papa Pío XI en 1925, y en 1929 fue proclamado patrono de todos los párrocos del mundo. Hasta hoy, sigue siendo un modelo luminoso para los sacerdotes y para todos los fieles que buscan una vida de sencillez, pureza de corazón y entrega total a Dios.

La memoria litúrgica del 4 de agosto es una invitación a rezar por los sacerdotes y a redescubrir el valor del sacramento de la Reconciliación, cuya gracia San Juan María Vianney supo entregar con tanta generosidad.