San Jerónimo: Amor por la Palabra de Dios
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Cada 30 de septiembre, la Iglesia celebra la memoria de San Jerónimo, uno de los grandes Padres de la Iglesia y Doctor de la Iglesia, conocido por su amor profundo por la Sagrada Escritura y por ser el traductor de la Biblia al latín en su versión conocida como la Vulgata.
Nacido alrededor del año 347 en Estridón, en la región de Dalmacia (actual Croacia/Eslovenia), San Jerónimo creció en una familia cristiana y recibió una sólida formación en Roma. Se bautizó hacia el año 366 y, desde entonces, emprendió un camino de intensa búsqueda de Dios a través del estudio, la oración y una vida ascética marcada por el sacrificio y el compromiso con el Evangelio.
Del desierto a Roma y Belén: Un recorrido espiritual
Después de vivir en comunidades ascéticas en Aquileia y Calcis, San Jerónimo fue ordenado sacerdote en 379. Más adelante se trasladó a Constantinopla, donde estudió con San Gregorio Nacianceno, y en Roma se convirtió en secretario y consejero del Papa San Dámaso, quien le encargó una tarea monumental: revisar y traducir las Sagradas Escrituras al latín desde sus lenguas originales.
En Roma, además, Jerónimo guio espiritualmente a varias mujeres de la aristocracia, como Paula y Marcela, fundando con ellas un cenáculo de estudio bíblico que anticipaba el deseo de una formación más profunda para los laicos y, de forma innovadora, también para las mujeres.
Tras la muerte del Papa Dámaso, San Jerónimo se trasladó a Tierra Santa, donde en Belén fundó dos monasterios y una casa de acogida para peregrinos, gracias al apoyo de Paula. Allí vivió hasta su muerte, el 30 de septiembre del año 420.
La Vulgata: Un puente entre la Palabra y el Pueblo
La gran obra de San Jerónimo fue la traducción de la Biblia completa al latín, a partir del hebreo y el griego. Su trabajo, que duró años, dio origen a la Vulgata, llamada así porque fue acogida rápidamente por el vulgo, el pueblo.
San Jerónimo no buscaba embellecer el texto, sino ser fiel al mensaje de Dios, afirmando que incluso “el orden de las palabras es un misterio”. Por ello, su traducción es vista no solo como una obra literaria, sino como un acto de fidelidad, espiritualidad y caridad.
Este trabajo hizo posible que generaciones enteras de cristianos pudieran leer, orar y conocer la Palabra de Dios en su propia lengua, lo cual tuvo un impacto profundo en la cultura occidental y la vida de la Iglesia.
“Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”
Una de las frases más conocidas de San Jerónimo resume su pensamiento:
“Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”.
El amor de San Jerónimo por la Biblia no fue inmediato. Al principio, prefería los textos clásicos latinos, pero un sueño en el que Cristo lo reprendía por ello transformó su corazón. Desde entonces, dedicó su vida entera a conocer, amar, traducir y vivir la Palabra de Dios.
Maestro de la oración, el estudio y la caridad
Más allá de su brillante inteligencia y sus conocimientos lingüísticos, San Jerónimo fue un hombre de vida austera y oración constante, profundamente comprometido con los pobres.
Decía:
“¿Qué sentido tiene decorar las paredes con piedras preciosas, si Cristo muere de hambre en la persona de un pobre?”
También fue un pionero en la educación femenina, enseñando hebreo, griego y teología a sus discípulas, algo muy inusual en su tiempo. A Paula y Eustoquio les permitió incluso estudiar los salmos en su lengua original.
Un legado vivo
San Jerónimo fue declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y es considerado patrono de los traductores, biblistas y estudiosos de la Sagrada Escritura. Su vida nos recuerda que la Biblia no es un libro cualquiera, sino el medio por el cual Dios se comunica con su pueblo.
Como dijo el Papa Benedicto XVI:
“La palabra de Dios trasciende los tiempos. Lo que hoy es moderno mañana será viejo. La Biblia, en cambio, lleva en sí la eternidad”.
Y el Papa Francisco ha recordado que el trabajo de traducción es una obra de caridad, porque permite que cada cultura y generación pueda acoger la Palabra de Dios en su propio lenguaje y contexto.
Su festividad
La Iglesia celebra a San Jerónimo el 30 de septiembre, una ocasión para redescubrir el valor de la Biblia, para profundizar en su lectura personal y comunitaria, y para orar por todos aquellos que, como San Jerónimo, dedican su vida a traducir y enseñar la Palabra de Dios.
✨ Que el ejemplo de San Jerónimo nos anime a hacer de la Biblia el centro de nuestra vida espiritual, para conocer, amar y seguir a Cristo con más fidelidad.
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📖✨ "Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo".
Hoy celebramos a San Jerónimo, Doctor de la Iglesia y traductor de la Biblia al latín. Su amor por la Palabra de Dios transformó la historia de la fe.
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