El Silencio que Conduce a la Humildad: El Legado Oculto de Madre Teresa. 15 consejos.
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Mientras dirigía la congregación de las Misioneras de la Caridad, Santa Teresa de Calcuta no solo fue un ejemplo luminoso de caridad, sino también una guía firme en la vida interior. Su enseñanza no se limitaba a la acción exterior: insistía en la urgencia de un corazón profundamente unido a Jesús y formado en la virtud más olvidada y, sin embargo, más central en la vida cristiana: la humildad.
En una lista breve pero intensa, entregó a sus hermanas 15 maneras prácticas de cultivar esta virtud, como una herramienta silenciosa para purificar el corazón y servir con autenticidad. No se trataba de simples reglas de comportamiento, sino de una pedagogía espiritual: un camino hacia la semejanza con Cristo, que se “rebajó a sí mismo” (Filipenses 2,8).
Estas son las prácticas que Madre Teresa recomendaba a sus hermanas:
- Hablen lo menos posible de ustedes mismas.
- Manténganse ocupadas con sus propios asuntos y no con los de los demás.
- Eviten la curiosidad.
- No interfieran en los asuntos de los demás.
- Acepten las pequeñas irritaciones con buen humor.
- No se preocupen por las faltas de los demás.
- Acepten las censuras, aunque sean inmerecidas.
- Cedan a la voluntad de los demás.
- Acepten los insultos y las injurias.
- Acepten el olvido y el desprecio.
- Sean corteses y delicadas incluso cuando alguien las provoque.
- No busquen ser admiradas y amadas.
- No se protejan detrás de su propia dignidad.
- Cedan, en las discusiones, incluso cuando tengan la razón.
- Elijan siempre la tarea más difícil.
Estas enseñanzas son radicales en un mundo que valora el reconocimiento, la defensa del ego y la afirmación personal. Para Madre Teresa, la humildad no era un accesorio de la vida espiritual, sino su fundamento. Solo quien se vacía de sí mismo puede estar lleno de Cristo y reconocerlo en los pobres, los marginados y los despreciados.
En una carta íntima dirigida a sus hermanas, expresó con fuerza su preocupación más profunda: que algunas aún no hubiesen llegado a conocer verdaderamente a Jesús, no en teoría, sino como persona viva, en la intimidad del corazón:
“Me preocupa que algunas de ustedes todavía no hayan conocido a Jesús, íntimamente, esa relación entre ustedes y Jesús solamente... ¿Han visto con los ojos de su alma cómo Él las mira con amor? [...] Pidan la gracia; Él está anhelando dársela.”
Para Madre Teresa, sin esta comunión interior con Cristo, el trabajo exterior se convierte en activismo vacío. Sin escuchar el grito de “Tengo sed” (Juan 19,28) desde el corazón de Jesús, sería imposible reconocer ese mismo grito en el corazón de los pobres.
Este llamado al silencio interior, al olvido de uno mismo, al amor escondido, continúa siendo una escuela viva para quienes desean seguir a Cristo en lo oculto y lo sencillo. Madre Teresa no enseñó humildad para ser admirada, sino para que cada alma pudiera abrirse completamente al amor de Dios.
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