San Bernabé, Apóstol de la Consolación y la Generosidad

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Cristo en la Iglesia primitiva. Aunque no fue uno de los Doce Apóstoles elegidos directamente por el Señor Jesús durante su vida terrenal, los Hechos de los Apóstoles lo reconocen como apóstol por su entrega total al anuncio del Evangelio y su cercanía con los primeros testigos de Cristo. Su fiesta se celebra el 11 de junio.

Nacido en Chipre y de la tribu de Leví, su nombre de nacimiento fue José. Sin embargo, los apóstoles le dieron el nombre de Bernabé, destacando su carácter generoso y alentador. Era un hombre lleno del Espíritu Santo y de fe (cf. Hch 11,24). Vendió una propiedad suya y entregó el dinero a los apóstoles (cf. Hch 4,36-37), gesto que manifiesta su desprendimiento y amor por la comunidad cristiana.

Uno de los momentos más significativos de su vida fue su defensa de Saulo de Tarso, quien más tarde sería San Pablo. Cuando los cristianos en Jerusalén desconfiaban de Saulo tras su conversión, fue Bernabé quien lo presentó a los apóstoles y dio testimonio de su sincera conversión (cf. Hch 9,26-27). Gracias a su intervención, Pablo fue acogido y se inició una colaboración misionera entre ambos.

Bernabé fue enviado por la Iglesia de Jerusalén a Antioquía, donde vio crecer la comunidad cristiana entre los gentiles. Lleno de gozo por esta obra de Dios, llamó a Pablo para que lo acompañara en la enseñanza y fortalecimiento de los fieles. Juntos realizaron su primer viaje misionero, predicando en Chipre, Panfilia, Pisidia y otras regiones (cf. Hch 13-14), sufriendo persecuciones pero también convirtiendo a muchos.

Tiempo después, Bernabé y Pablo se separaron debido a una diferencia respecto a Juan Marcos, sobrino de Bernabé. Mientras Pablo decidió no llevarlo consigo, Bernabé lo acogió con paciencia y ternura, mostrando una vez más su carácter misericordioso.

Según la tradición, Bernabé volvió a su isla natal, Chipre, donde continuó anunciando a Cristo. Allí habría muerto mártir, apedreado por los judíos de Salamina. Sus reliquias fueron veneradas en la isla, y su figura sigue siendo profundamente querida tanto en Oriente como en Occidente.

San Bernabé es recordado como un hombre de paz, humildad y generosidad. Su vida estuvo marcada por su capacidad de consolar, animar y acoger, por lo cual la Iglesia lo honra no solo como apóstol, sino como un ejemplo vivo de caridad y confianza en el poder del Evangelio.