Santo Tomás Apóstol: El discípulo que tocó las llagas del Resucitado
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Santo Tomás Apóstol, conocido popularmente como “el Incrédulo”, fue uno de los doce apóstoles elegidos directamente por Jesucristo. Su nombre aparece en todos los Evangelios sinópticos y en los Hechos de los Apóstoles, pero es en el Evangelio de San Juan donde se nos ofrecen detalles más profundos sobre su personalidad.
Tomás era originario probablemente de Galilea. Su apodo, “Dídimo”, significa “gemelo” en griego, aunque no se sabe con certeza a quién estaba vinculado por parentesco. A lo largo de los Evangelios, Tomás se muestra como un hombre sincero, valiente, pero también honesto en su dificultad para creer sin ver.
El momento más recordado de su vida ocurre después de la Resurrección de Cristo. Cuando los demás discípulos le anunciaron que habían visto al Señor resucitado, Tomás respondió con sinceridad: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y mi mano en su costado, no creeré» (Juan 20,25). Ocho días después, Jesús mismo se apareció a los apóstoles, buscó a Tomás y le dijo: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente». Entonces Tomás, profundamente conmovido, pronunció una de las más bellas profesiones de fe del Evangelio: «Señor mío y Dios mío» (Juan 20,28).
Según la tradición, después de Pentecostés, Tomás llevó el Evangelio hasta la India. La Iglesia Católica y la Iglesia Siria Malabar conservan la memoria de su misión apostólica en esas tierras, donde evangelizó, bautizó y estableció comunidades cristianas. Se cree que fue martirizado cerca de Mylapore (actual Chennai), en la India, alrededor del año 72 d.C.
Su fiesta litúrgica se celebra el 3 de julio, recordando no solo su inicial incredulidad, sino sobre todo su conversión profunda y su testimonio de fe inquebrantable.
Santo Tomás Apóstol sigue siendo un ejemplo para todos aquellos que buscan sinceramente la verdad, que luchan con dudas, pero que, una vez que encuentran a Cristo resucitado, proclaman con convicción su fe.
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