Mary Kenneth Keller: Una mujer de fe y ciencia al servicio de Dios y la humanidad

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En la historia de la Iglesia, son innumerables los ejemplos de hombres y mujeres consagrados que, desde su vocación religiosa, han transformado al mundo con su trabajo. Entre estas figuras se encuentra la hermana Mary Kenneth Keller, una religiosa que se destacó no solo por su compromiso con Cristo, sino también por ser una pionera en un campo aparentemente distante de la vida religiosa: la informática.

La hermana Mary Kenneth Keller, una monja de la orden de las Hermanas de la Caridad de la Bienaventurada Virgen María (BVM), abrió caminos al convertirse en una de las primeras mujeres en obtener un doctorado en ciencias de la computación. Su vida fue un ejemplo vibrante de cómo la fe y la ciencia pueden complementarse para el bien común.

Una pionera en tiempos de limitaciones

Mary Kenneth Keller nació en 1913 en Cleveland, Ohio, en una época en la que las mujeres enfrentaban muchas barreras para acceder al ámbito científico y académico. A pesar de las dificultades, decidió seguir tanto el llamado de Dios como su pasión por el conocimiento. En 1932 ingresó en las Hermanas de la Caridad de la Bienaventurada Virgen María, una congregación dedicada a la educación y al servicio social.

Tras tomar sus votos religiosos, la hermana Keller estudió matemáticas, obteniendo títulos en esta disciplina y en física. En la década de 1950 comenzó a trabajar en el nuevo y emocionante campo de la informática. Fue aceptada en la Universidad de Dartmouth, que en ese tiempo tenía restricciones para que las mujeres participaran en sus programas, pero gracias a su tenacidad, fue admitida y pudo colaborar en investigaciones que influirían en el desarrollo de la computación.

La primera mujer con un doctorado en ciencias de la computación


En 1965, la hermana Keller obtuvo un doctorado en ciencias de la computación de la Universidad de Wisconsin-Madison, convirtiéndose en una de las primeras personas en recibir este grado académico, y posiblemente la primera mujer. Durante sus estudios, trabajó en el desarrollo de lenguajes de programación, colaborando especialmente en el desarrollo del lenguaje BASIC, diseñado para hacer accesible la programación a una mayor cantidad de personas, especialmente a estudiantes y educadores. Este avance cambió la manera en que las computadoras podían ser utilizadas, contribuyendo al crecimiento del campo de la informática personal y académica.

La unión entre fe, educación y tecnología

Como religiosa comprometida con la enseñanza y el servicio a la sociedad, la hermana Mary Kenneth Keller siempre vio la tecnología como un medio para mejorar la vida humana y difundir el conocimiento. Ella entendió que la educación, cuando se nutre de valores cristianos y herramientas modernas, puede transformar el mundo.

Tras obtener su doctorado, fundó en 1967 el Departamento de Ciencias de la Computación en el Clarke College (ahora Clarke University) en Dubuque, Iowa. Como directora de este programa, dedicó su vida a enseñar y promover el acceso de mujeres y personas de entornos desfavorecidos al campo de la informática, adelantándose a su tiempo al defender la inclusión en la educación tecnológica.

La hermana Keller era conocida por integrar la fe y la ética en sus enseñanzas. Creía firmemente que las computadoras y la tecnología debían estar al servicio de toda la humanidad, especialmente para los marginados, un principio que resonaba profundamente con su vocación religiosa.

Su legado para la Iglesia y el mundo

La hermana Mary Kenneth Keller es un ejemplo brillante de cómo vivir el Evangelio en todos los aspectos de la vida, incluso en la investigación y la enseñanza. En una época en la que pocas mujeres tenían acceso al mundo académico y mucho menos al tecnológico, ella abrió caminos que todavía inspiran a nuevas generaciones de estudiantes y científicos.

Su legado sigue vivo, no solo en el campo de la informática, sino también en su testimonio de fe activa y su dedicación a la justicia social. Su vida es un recordatorio de que no existe una separación entre la fe y la razón, sino que ambas son dones de Dios que, al integrarse, nos llevan a conocerlo más profundamente y a servir mejor a los demás.

Un llamado a reflexionar sobre el papel de los talentos

La hermana Mary Kenneth Keller nos deja una enseñanza para nuestra vida como cristianos: Dios nos da talentos que estamos llamados a poner al servicio del prójimo. En palabras del Papa Francisco, "la ciencia y la tecnología, colocadas al servicio de la persona humana, pueden transformar el mundo en un lugar de mayor justicia y fraternidad". Siguiendo este ejemplo, podemos preguntarnos: ¿cómo podemos usar los dones que hemos recibido para glorificar a Dios y construir un mundo más justo?

En honor a su vida y legado, pidamos al Señor que siga inspirando a mujeres y hombres con su testimonio de fe, dedicación y compromiso en los campos de la educación, la tecnología y el servicio cristiano.



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