El Matrimonio por la Iglesia: Un Sí que cambia la vida

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En nuestra época, es común escuchar: “No necesitamos casarnos por la Iglesia, así hay menos compromiso” o “Es lo mismo vivir juntos que estar casados”. Sin embargo, la enseñanza de Cristo y de su Iglesia nos recuerda que el matrimonio sacramental es mucho más que un contrato humano: es una alianza sagrada que une a los esposos con Dios mismo.

1. Un signo del amor de Cristo

San Pablo nos dice: “Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia” (Ef 5,25). En el altar, los esposos no solo intercambian promesas, sino que se convierten en signo visible del amor fiel, generoso y eterno de Jesús por su Iglesia.

2. Una gracia que fortalece

El matrimonio por la Iglesia no se apoya únicamente en la fuerza humana. Dios concede a los esposos una gracia especial que los sostiene en la alegría y en la prueba, en la salud y en la enfermedad. Esta gracia hace posible perdonar de corazón, perseverar en las dificultades y crecer juntos en santidad.

3. Un compromiso que da libertad

Lejos de ser una carga, el compromiso ante Dios libera del miedo a ser abandonado. Es un “sí” total, sin condiciones, que da seguridad y esperanza, especialmente en los momentos más difíciles.

4. Fruto y misión

Del amor sacramental brota la vida y la misión. Los hijos, cuando los hay, son recibidos como un don y educados en la fe. Y los esposos mismos se convierten en testigos de un amor que no se rinde, luz para sus hijos, vecinos y amigos.

Conclusión

Casarse por la Iglesia no es “ganar algo” en el sentido material, sino recibirlo todo: la bendición de Dios, la fuerza de su gracia y la alegría de saberse unidos para siempre en su amor. El matrimonio sacramental es un camino de santidad y felicidad que merece ser redescubierto y celebrado.

“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mt 19,6).