El Milagro de la Sangre de San Genaro: signo de fe viva en Nápoles
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Cada 19 de septiembre, miles de fieles se reúnen en la Catedral de Nápoles para presenciar un hecho que la Iglesia observa con profunda reverencia y esperanza: la licuefacción de la sangre de San Genaro, obispo y mártir, patrono de la ciudad.
Se trata de un fenómeno considerado por muchos como un milagro, en el cual una sustancia sólida, de color oscuro, atribuida a la sangre del santo, se transforma visiblemente en líquido, ante los ojos del pueblo y del clero presente.
Este suceso ocurre varias veces al año, pero la fecha más solemne es el 19 de septiembre, día de mi martirio en el año 305 d.C., bajo la persecución del emperador Diocleciano. En esa jornada, la sangre que fue recogida en dos ampollas después de mi ejecución se vuelve líquida, como un signo de intercesión y cercanía celestial.
Un signo que trasciende el tiempo
El milagro no es nuevo. Se remonta al menos al siglo XIV, y ha sido documentado en numerosas ocasiones a lo largo de los siglos. Aunque la ciencia ha intentado explicar el fenómeno, permanece sin una respuesta definitiva.
Para el pueblo de Nápoles, la licuefacción de mi sangre no es espectáculo, sino esperanza. Cuando el milagro ocurre, es interpretado como un signo de bendición, protección y paz. Cuando no sucede, como ha ocurrido en algunos años, se vive con recogimiento y oración, interpretándolo como un llamado a la conversión.
La ceremonia del milagro
Durante la ceremonia, presidida por el arzobispo de Nápoles, se presenta la reliquia en una ampolla de cristal sellada, la cual es cuidadosamente retirada del relicario de plata y colocada cerca del busto que contiene mis restos. Entre oraciones, cánticos y vítores de los fieles, se espera con fe el momento de la licuefacción.
Cuando se constata que el contenido se ha transformado en líquido, el arzobispo anuncia solemnemente: “¡El milagro ha ocurrido!”, y el templo estalla en aplausos, lágrimas y alabanzas a Dios. Las campanas suenan con fuerza, y la ciudad entera se llena de júbilo.
“El Señor sigue acompañando a su pueblo a través de los santos. San Jenaro es testigo de una fe que no muere.”
— Homilía del arzobispo de Nápoles
¿Quién fue San Genaro?
Fui obispo de Benevento, hombre de oración y defensor de la fe. Durante la persecución romana, fui arrestado junto con otros cristianos. Frente a los jueces, no negué a Cristo. Fui condenado a morir devorado por las fieras, pero al no ser atacado, fui finalmente decapitado en el año 305.
Mi sangre fue recogida por una piadosa mujer y desde entonces, la Providencia ha permitido que esta sangre sea testimonio de la fe, incluso siglos después.
Una fe que sigue latiendo
Para muchos napolitanos y creyentes en todo el mundo, el milagro de la sangre de San Jenaro es un recordatorio de que Dios actúa hoy, como ayer, y que los santos no son figuras lejanas, sino amigos y protectores del pueblo fiel.
Cada 19 de septiembre, el pueblo de Dios en Nápoles levanta su mirada al cielo y su corazón al altar, confiando en que, aun en tiempos difíciles, la sangre de los mártires sigue hablando (Hebreos 12,24).
Días en que puede licuarse la sangre:
- Además del 19 de septiembre, la licuefacción también puede ocurrir en:
- El sábado anterior al primer domingo de mayo
- El 16 de diciembre, día de acción de gracias por la protección del santo durante la erupción del Vesubio en 1631.
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